Trabajo

Pocas veces se ha hecho tan evidente el efecto de la paralización, medido en pérdidas concretas, como lo que reflejan hoy las
estadísticas en relación al último conflicto de Santa Cruz. Si bien está claro que las disminuciones de producción no se originan en esa causa exclusiva, resulta igualmente contundente que la destrucción de la cultura de trabajo viene a sumar agravantes a una ecuación en la que se combinan la declinación geológica y la falta de inversión exploratoria a gran escala –en la mayor parte
de las cuencas-, para reponer los stocks petroleros y gasíferos del país. En ese marco, hoy Neuquén se postula para retomar un liderazgo productivo que es a todas luces necesario, concentrando posibles inversiones y en el intento por destrabar la cuestión de precios del gas para finalmente abastecer de ese crítico combustible, a un país que paga cifras crecientes por importarlo desde
el exterior. Empresarios del sector aseguran que hoy la cuenca Neuquina concentra las miradas porque se ha tornado más estable en términos laborales, es decir por disminución de los niveles de conflicto, algo que en el golfo San Jorge –particularmente del lado santacruceño- resulta hoy vital para revertir un panorama de caída libre. Algunos llegaron a mencionar el temor a que las principales operadoras resuelvan retirarse o suspender por 90 días sus operaciones en el lugar, ante la incertidumbre por la irracionalidad de las pérdidas provocadas. La región tiene el desafío de consolidar valores básicos: la normalidad de trabajar todos los días es uno de ellos, para luego avanzar en la creación de equilibrios que garanticen la sustentabilidad de las explotaciones
hidrocarburíferas, que necesariamente deben proyectar riqueza y desarrollo a toda la región. (Artículo editorial de la edición impresa, sábado 24 de julio de 2011)

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