El invierno y el gas: materia pendiente

Una imagen repetida en época invernal

A meses del inicio del invierno, la disponibilidad de gas natural licuado en garrafas comienza a ser una preocupación dentro de la población que necesita el suministro para abastecer los hogares. Mientras el estado nacional sigue subsidiando a las clases pudientes, los sectores más humildes volverán a afrontar los mayores costos.

Aunque el invierno aún no comenzó, y si bien la disponibilidad de garrafas de gas natural licuado (GNL) en el mercado local es normal, la preocupación por el abastecimiento vuelve a hacerse presente. En la ciudad, la empresa Surgas S.A. es quien provee de GNL a la población. Actualmente la garrafa de 10 kilos gramos cuesta 16 pesos y la de 45 kilogramos, 215 pesos. Desde la empresa se informó que por estos días la disponibilidad del suministro es normal, pero hay que tener en cuenta que el invierno y las bajas temperaturas aún no se presentaron. Todos los años, el Estado nacional asegura que la distribución de garrafas de GNL será suficiente para cubrir la demanda, pero la historia demuestra que si las bajas temperaturas abundan, el producto escasea. Más por menos En pleno invierno, conseguir la garrafa social estipulada por el gobierno en 16 pesos es verdaderamente complicado y, en momentos donde la demanda se incrementa, el precio es de hasta un 50% más del previsto, según trasciende desde distintas regiones del país. Se calcula que desde 2001, las garrafas de GNL cuadruplicaron su precio, mientras que la tarifa de gas de red, que llega a clientes residenciales de recursos medios y altos, se mantiene congelada desde el mismo año por decisión del gobierno. La diferencia entre lo que pagan los hogares con gas de red y los que se alimentan con gas natural licuado es de entre seis y diez veces menos por igual valor calórico. Una familia tipo que vive en la Patagonia consume en invierno aproximadamente 500 m3 (por bimestre) a un costo de 21 centavos el metro cúbico. Ese dato surge de una factura de $100 que incluye los impuestos y el subsidio de zona. Si esa misma familia necesitara gas natural licuado para abastecer su vivienda, debería comprar 39 garrafas de $16, y el total que pagaría sería de $624, es decir, seis veces más que en el ejemplo anterior. En los últimos años se evaluaron distintas opciones para modificar la distorsión que existe en el sistema de tarifas energéticas, pero aún no se han tomado decisiones. En diciembre pasado, el secretario de Energía, Daniel Cameron, garantizó que durante este año no habrá aumentos en las tarifas de gas por redes. La necesidad de actualizar Se estima que este año, para sostener las mismas tarifas, la Secretaría de Energía tendrá un 20% más de recursos que en 2010, lo que representa un total de $ 18.000 millones dentro del presupuesto nacional. Dicho monto se destina a subsidios y a pagar el gas importado que necesita el país (unos 20 millones de metros cúbicos por día) para seguir funcionando, lo que es pagado a precio internacional. Sin dudas, actualizar el precio que pagan los usuarios residenciales –con altta capacidad de consumo- e industriales por el suministro de gas será un desafío para el gobierno nacional. Hay que recordar que en 2008, el Estado autorizó aumentos que en algunos casos alcanzaban más del 400%, y finalmente no fueron concretados por el fuerte rechazo de la población. Durante el Encuentro Latinoamericano de Economía de la Energía, que se realizó el 18 y 19 de abril pasado en el Centro de Convenciones de la Universidad Católica Argentina (UCA), especialistas del sector afirmaron que una transición a una situación tarifaria correcta tomaría cerca de ocho años. Además, aseguraron que durante los años de transición, las tarifas de gas de red deberían cuadriplicarse, teniendo en cuenta que el Estado deberá definir la aplicación de una «tarifa social» con la que puedan contar los sectores más humildes. La situación energética que atraviesa a la Argentina hace tiempo es preocupante y requiere decisiones urgentes. La producción de gas está en baja desde 2004 y resulta claramente insuficiente para abastecer la demanda interna. Las consecuencias de no aplicar una política energética clara y sostenible no hacen más que agravar una situación que año tras año se hace más evidente. Noelia Rivera

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