Cheques rechazados, presión fiscal y altos intereses: cóctel explosivo para las pymes

Por Raúl Figueroa) Un informe detalló en diciembre último que la cantidad de cheques rechazados durante 2018 creció un 66% en todo el país, equiparándose con niveles similares a la crisis de 2001. En Chubut, esa situación pareció reflejarse a partir de una reciente línea de negociación de cheques, con tasas al 25% y una cartera asignada de 200 millones de pesos hasta junio próximo.

“Es una línea que sirve para cuando tiraste cheques y estás en problemas, como le pasa a muchos jugadores hoy”, cuenta un empresario pyme de la región en torno a esa línea específica. “Es como estar en el infierno y que te digan que en vez de 5.000 grados vas a estar a 4.500 grados, pero como herramienta de crédito no existe”.
La dureza del análisis del empresario no apunta tanto contra la línea anunciada por el banco provincial para el sector pyme, sino como parte de un diagnóstico que atraviesa a todo el sector, que en Comodoro Rivadavia –todavía ubicada entre las 3 ciudades con menor tasa de desempleo del país- explica alrededor de 5.000 empleos directos.
En ese duro diagnóstico, habrá que incluir la presión fiscal de la Afip, que según el mismo testimonio empresario, “te da cuotas pero con una tasa que, con los punitorios adentro y derechos legales, si tenés un problema o te atrasás, llega al 5,6% mensual, casi el 70%. Una tasa parecida a las Lelics”, compara el interlocutor, para intentar dar idea de la magnitud de los intereses y la inviabilidad de ese tipo de financiamiento.

Cheques rechazados, e niveles de 2001

 

 

Un informe de la consultora Ficonomics detalló que en 2018 la cantidad de cheques compensados en todo el país cayó un 2%, mientras que los rechazos en cantidad se incrementaron un 66,2%.
A su vez, los cheques rechazados significaron 5,2% del total de cheques compensados, una estadística similar a la registrada entre 2001 y 2003, cuando esa incidencia fue del 5,4%.
El Banco Chubut no brindó datos ante el requerimiento de esta columna, pero la magnitud del problema en la región puede dimensionarse en el monto ofrecido, en línea con un programa dispuesto por el Banco Central, en una operatoria de 200 millones de pesos, para descuentos de cheques a 120 días, con una tasa del 25%.

Riesgo para la cadena de pagos

“Acá te tropezás y no te levantás más”, sigue relatando el referente empresario. “Si conseguís un sobrebalance del 10 ó 15% sos Mandrake, pero no existe como negocio, porque es menos que un plazo fijo”.
Muchos empresarios optan, forzados, por dejar de pagar las cargas tributarias, aunque sin caer en la cuenta de que los intereses pueden implicar una cuesta arriba irremontable. La reciente ley de emergencia, que impide los embargos de cuentas por seis meses, imponía la condición de una inscripción previa para adherir al sistema (siempre y cuando se califique como pyme), algo que muchos no hicieron por desconocimiento.
La otra opción, según cuentan en el sector, es “financiarse con proveedores”. En palabras más simples, es más fácil dejar de pagar –o extender los plazos para ello- a un proveedor que a los organismos tributarios (entre los que se incluye también a los impuestos provinciales y municipales, siempre propensos a ejecutar deudas por vía judicial). Como en otros períodos de crisis, la cadena de pagos sufre un estiramiento en plazos que resulta perjudicial frente a una inflación que galopa a un ritmo del 40% anual.
“La Afip o la municipalidad te embargan rápido, en cambio para que un proveedor te embargue las cuentas, va a pasar mucho más tiempo”, es la descripción llana que se escucha en un despacho del barrio Industrial.
Otro término en boga: la “canibalización” del sector. Hay procesos de concentración a partir de integraciones de empresas de servicios dispuestas por las condiciones exigidas por operadoras petroleras, pero al mismo tiempo las propias dificultades actuales reservan la supervivencia sólo para los jugadores capaces de mostrar mayor productividad y eficiencia: “hacer más con menos”, ya sea con menos recursos o menos tarifas, incrementando a su vez la tecnología, según se describe en el sector.
La ecuación no parece sencilla, teniendo en cuenta que muchas líneas de crédito no superan los 36 meses, con intereses que en línea con lo que pasa en la política económica cuyo principal objetivo (sin lograrlo) parece ser el de contener al dólar, mantiene tasas cada vez más astronómicos.
Muchas pymes regionales debieron atravesar además el proceso de fuerte merma de actividad en Santa Cruz, a partir de la baja de equipos de las principales operadoras. Un proceso que implica la desaparición de un importante número de empresas, considerando que éstas se distribuyen a ambos lados de la cuenca (que incluye también al sur de Chubut), en un panorama que hoy se parece al tamiz que queda tras pasar por la zaranda de una crisis  de causas múltiples.
El problema, por si faltara algo, es que la combinación entre políticas públicas nacionales y escaso “poder de lobby regional” –entendido como estrategia de defensa de intereses comunes en la región, en modo similar al que lo hace, por ejemplo, Neuquén-, los agujeros de la zaranda se hacen cada vez más grandes.

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