Recursos hay, falta debate y estrategias

Por Raúl Figueroa) ¿Cuáles son las alternativas productivas para dar impulsión a la economía de Chubut? Con la actividad petrolera sumando indicadores en baja y profundizando el déficit de las cuentas públicas, la licitación eólica impulsada a nivel nacional para diversificar la matriz energética del país ha sido una buena noticia, pero no alcanza aún para proyectar una compensación equivalente al achicamiento de ingresos que, por ahora, no encuentra un piso. ¿Debería discutirse qué hacer con los recursos mineros?

La licitación nacional del plan de energías renovables recibió 10 proyectos para la provincia de Chubut, lo cual es un buen indicador, pero es necesario dar la dimensión precisa para que las expectativas se proyecten en forma adecuada: se trata de iniciativas que podrían sumar más de 500 mw de potencia y una inversión inicial cercanas a los 1.000 millones de dólares, pero el grado de impacto en la región no se intensificará hasta que se desarrollen industrias capaces de generar en su totalidad –o una parte, al menos- de los componentes de los molinos que, por ahora, serán en su totalidad importados.

En la práctica, esas inversiones implican salida de divisas para comparar los equipos en el exterior, mientras que el efecto regional es indirecto: se genera mano de obra al momento de la instalación de los molinos; y se pueden proyectar nuevas industrias con mayor oferta energética.

Lo anterior no implica una crítica. El camino de las energías renovables debe ser transitado y profundizado, de la mano de la ley 27.191 (un régimen cuyo proyecto fue impulsado desde su banca en el Senado por Marcelo Guinle) que establece un régimen de promoción y fomento, por el cual hasta el año 2025 el país debería abastecer el 20% de su consumo energético con fuentes limpias: eólica, solar, biomasa, mareomotriz, etc.

Por el mismo motivo, es impensable hoy que el incipiente desarrollo de esas fuentes energéticas puede ser sometido a la percepción de algún tipo de regalías por parte del Estado provincial donde se genera la energía, si bien es claro que la inserción de aquel en el negocio de la generación eléctrica es un paso importante para tomar parte de la renta que hoy aparece como un premio importante.

La mejora en los precios del gas, por otra parte, puede implicar un empuje a la alicaída actividad de perforación de pozos hidrocarburíferos, pero el aumento que puede esperarse en percepción de regalías gasíferas no es todo lo importante que algunos pueden imaginar: sería, en todo caso, el recupero de una parte de lo que por otra ventanilla de ingresos está bajando, pero las mayores promesas del “boom” gasíferos las alberga hoy la cuenca Neuquina.

Son actividades que no pueden despreciarse, ni mucho menos, pero se deben enmarcar en un casillero acorde a sus posibilidades reales: la provincia de Chubut está concluyendo su segundo año sin presupuesto debatido en Legislatura, pero se estima que el gasto de este año (con un déficit cercano a los 1.800 millones de pesos) supera los 22.000 millones de pesos. Sólo por ajuste de inflación, la previsión del año 2017 no debería ser inferior a 28.000 millones de pesos, de los cuales el petróleo parece lejos de poder seguir aportando alrededor del 30% del total (para ello, debería aportar unos 8.000 millones de pesos, pero las proyecciones de 2016 reflejan que difícilmente el ingreso por regalías llegue a 3.000 millones de pesos).

En ese contexto, queda por ver cuál será la incidencia final del recupero progresivo de un porcentaje de coparticipación federal que la Nación ha comenzado a devolver a las provincias, restituyendo el recorte que retenía para financiar la caja nacional de jubilaciones, que el gobierno actual está devolviendo en tramos cuyo masa de recursos es del orden de los 250 millones de pesos, de los cuales ya ha anticipado dos tramos y quedarían otros 3.

En Salta, el Congreso minero reunido la semana pasada proyecto inversiones de 5.000 millones de dólares para el período 2017-2018, con un desembolso de otros 1.000 millones de dólares en lo que va del año, en distintos proyectos. Sabido es que el tema minero en Chubut no está “en agenda”, pero considerando los recursos existentes en la meseta central, cabe preguntar si no ha llegado el momento de que la sociedad  discuta abiertamente si pueden establecerse áreas para desarrollar esta actividad.

Es cierto que la duda –más que razonable y atendible- de muchos sectores está dada en torno a si el Estado tiene capacidad para controlar ese tipo de proyectos, pero partir de la base de que no es así, sería aceptar que hoy las regiones que sí tienen minería (entre ellas, la cuenca del golfo San Jorge, de donde se extrae petróleo y gas) están alejadas de la responsabilidad del Estado y de aquella función de control. Rechazar el debate (que no necesariamente puede terminar en un “sí”) con un argumento tan liviano, sería como aceptar la peregrina idea de que el sur de la provincia es un mero área de sacrificio.

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