Combustibles: una balanza cada vez más deteriorada

La “liberación” del precio de los combustibles en el país, anunciada ayer por el gobierno nacional, podría deparar nuevos incrementos en los surtidores en las próximas semanas, de alrededor de entre 2 y 4 por ciento según estiman analistas del sector, pero que en todo caso no llegarán a equiparar –al menos en lo inmediato- los valores más altos que muestran los combustibles en el plano internacional. Para el país, el problema de fondo sigue siendo la menor producción de petróleos livianos y la falta de inversión en el sector de refino para producir mayor volumen de combustibles, cuyo déficit provoca cada vez más frecuentemente la importación de gasoil y naftas.

En realidad la medida consistió en anular una resolución que se había firmado en febrero último, en el marco de una pelea entre el gobierno nacional y la petrolera Shell, para obligarla en ese momento a retrotraer un aumento.

Vale recordar que los precios de los combustibles están regulados de hecho por el valor de referencia del barril de crudo para el mercado interno: situado en torno a los 50 dólares, la incidencia de este costo en la estructura tarifaria resulta inferior a la que sería si se aplicara el precio internacional del crudo, que ayer cotizó en más de 104 dólares.

Con esa regulación el gobierno nacional busca evitar que los precios de los combustibles escalen hasta la referencia de alrededor de un dólar y medio que muestran las naftas en la región latinoamericana, manteniéndose en el país en torno al dólar por litro.

Sin embargo, los incrementos en pequeños porcentajes han permitido que esa brecha –entre los precios locales y los del mercado externo- haya disminuido en los últimos años, sobre todo a partir del ingreso del grupo Eskenazi a la conducción en el país de la petrolera YPF. Esa evolución explicó buena parte de las ganancias de Repsol en los últimos años, que hoy está decidida a seguir desinvirtiendo en el país para concentrarse en mercados más atractivos, tales como Brasil.

Al mismo tiempo, el gobierno nacional buscará evitar una escalada brusca del precio de los combustibles, por su alta incidencia en los índices inflacionarios, sobre todo considerando que el período electoral ha comenzado a recalentar con vistas a octubre.

Por otro lado, el mismo gobierno se beneficia con la creciente demanda de naftas y la suba de precios, ya que la mitad del precio en surtidor está compuesto por impuestos, es decir que se trata de recaudación fiscal de recaudación directa.

Todo este telón de fondo, en el que juegan delicados equilibrios entre los que el humor del mercado consumidor es un elemento importante pero no determinante, no debería hacer perder de vista el problema central que viene arrastrando el país en los últimos años.

Según un nuevo documento emitido por 8 ex secretarios de Energía de la Nación, el déficit de producción de combustibles –a partir de una notoria caída en la producción de petróleo- ha sido ampliamente superado por el crecimiento de la demanda:

“La oferta de productos refinados – medida por el crudo procesado en refinerías nacionales- ha disminuido en los siete años (2003-2010), mientras que la demanda interna de combustibles líquidos refinados (nafta + gasoil) ha crecido en un 43% en el mismo período –expresa el documento-. Es claro que en el sector refinación la oferta no acompañó a la demanda interna. Para abastecer dicha demanda en el contexto de restricción de oferta como el apuntado fue necesario recurrir a la importación creciente de gas oil y prácticamente quedó anulado el superávit de naftas”.

De fuerte sesgo crítico hacia la política energética de los gobiernos kirchneristas, el texto expresa:

“Es posible observar como se produce en el período 2003-2010 una situación de deterioro de la balanza comercial de combustibles; nuestro país es cada vez más dependiente del exterior en materia de abastecimiento de combustibles. Claramente se demuestra que ha disminuido la exportación de crudo; de gas natural y de naftas; y que en el mismo lapso se ha incrementado fuertemente la importación de gas oil; de gas natural y de fuel oil. En el caso del Fuel Oil resulta llamativo que el país haya realizado importaciones significativas en un contexto de aumento de las exportaciones; lo que ha sido denunciado oportunamente por los abajo firmantes como una operación con sobre costos para nuestro país”.

Otro dato significativo es la falta de inversión por parte de las operadoras petroleras para ampliar la capacidad de refino, de manera de poder procesar mayor volumen de crudo al actual, ya que si hoy se incrementara notoriamente la extracción de petróleo, no habría dónde procesarlo, ya que las refinerías operan a más del 95 por ciento de su capacidad total.

Así, más allá de los incrementos de precios de hoy y los equilibrios para maquillar el problema hasta pasar las elecciones de octubre, el problema de fondo es que si la demanda sigue creciendo (de la mano de una economía con consumo en expansión, con cada vez más vehículos en la calle), la dependencia de los combustibles externos motivará que los precios en el país terminen siendo definitivamente los de referencia internacional.

Como dijo el analista Daniel Montamat a este medio meses atrás, “los precios que no dejamos entrar por la puerta, se nos terminarán metiendo por la ventana”.

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