Energía y Cambio Climático: Argentina entre los países más contaminantes y la oportunidad de las energías limpias

Un documento emitido por el grupo de los 8, que reúne a ex secretarios de Energía de la Nación (*) referenciados en el Instituto de la Energía General Mosconi, advierte sobre la participación de Argentina en la emisión de dióxido de carbono y su contribución negativa en el cambio climático, habiendo fijado metas muy modestas de reducción para el año 2030, en el marco de los compromisos asumidos por los distintos países en la reciente Cumbre de París. El alto uso de hidrocarburos en la matriz energética (86%), combinado con la deforestación para extender la pampa sojera, ubican al país en el puesto 24, entre los 40 países más contaminantes. Aquí una síntesis del documento y sus propuestas, que apuntan a reducir la participación de combustibles fósiles e incrementar el uso de energías limpias.

Las emisiones de gases de efecto invernadero, de los cuales el CO2 es el más importante, han venido creciendo peligrosamente en las últimas décadas y son la causa del cambio climático. El crecimiento de las emisiones tiene causas antropogénicas; y por lo tanto es el hombre, con inteligencia y decisión, quirn debe proponer la solución y actuar en forma racional y organizada para resolver el problema.

La amenaza ambiental global exige una solución comprometida por parte de todas las naciones. Cada país y cada individuo deben formar parte de esa solución; los sacrificios y costos de hoy serán compensados con los beneficios del mañana. Los sacrificios y los costos asumidos deben ser justos. Ningún país debe asumir un sacrificio injusto; pero ningún país debería permanecer ajeno a este llamado global a la acción en pos de un objetivo común.

Mitigar y controlar el cambio climático requiere un esfuerzo de la comunidad internacional en forma coordinada y conjunta, para lograr que dentro de 20 años las emisiones de CO2 sean un 30 por ciento menores las actuales. Ello requiere modificar el actual patrón de consumo de energía, deforestación y prácticas agrícolas.

El desafío es inmenso: dentro de 20 años la población mundial crecerá en 1400 millones de habitantes y además el PBI mundial será el doble del actual, se trata entonces de reducir las emisiones contaminantes por unidad de PBI en nada menos que un 65 por ciento respecto a las actuales.

Según datos oficialmente reconocidos por nuestro país, Argentina produce aproximadamente 430 millones de toneladas anuales de CO2 equivalente. La Energía, junto a la Agricultura y Ganadería y a los cambios de uso de suelo y la silvicultura (CUSS) son los mayores emisores de gases de efecto invernadero.

Nuestro país se encuentra en el grupo de 40 países más contaminantes, en un ranking de 194 países que integran la comunidad internacional, ocupando el puesto 24. Sus emisiones se ubican en torno al 1% de las emisiones mundiales. El país tiene una contribución en la generación de gases de efecto invernadero mayor que la de algunos países desarrollados, y además tiene una intensidad energética que indica que existen grandes ineficiencias en los procesos ligados a la producción de estos contaminantes.

Las emisiones por habitante se ubican en torno a 10 toneladas por habitante y por año; este valor supera holgadamente el promedio de emisiones por habitante de la Unión Europea.

Escaso compromiso del país para reducir emisiones

En agosto del año pasado, el Grupo de Ex Secretarios convocó a un seminario –con amplia participación de especialistas en diversos temas-  para tratar la gravedad del tema y la contribución de la Argentina al Cambio Climático. Entre las principales conclusiones se destacan:

-Argentina ha venido incrementando en los últimos años sus emisiones de gases de efecto invernadero por el crecimiento de la demanda energética y por el crecimiento de la participación de los hidrocarburos en la generación de energía eléctrica, en desmedro de la participación de otras energías no productoras de gases de efecto invernadero como la hidráulica.

-Argentina debe reformular su matriz energética actualmente dependiente de los hidrocarburos en un 86%; incrementando la participación de las energías renovables y las que no produzcan gases de efecto invernadero.

-Argentina no ha logrado cumplir con las metas establecidas en materia de instalación de energías eólica y solar. Durante 2014 solo el 0,48% (629 GWh) de la energía eléctrica generada correspondió a fuentes renovables no convencionales (eólica, solar, pequeñas centrales hidroeléctricas, entre otras). El objetivo de alcanzar el 8% de la producción proveniente de este tipo de energías de acuerdo a la ley 26.190 y sus modificatorias estuvo muy lejos de concretarse.

-Argentina cuenta en materia de energías no productoras de gases de efecto invernadero con condiciones ampliamente favorables, por poseer recursos naturales y experiencia probada en la mayoría de esas energías.

-Muchas de esas energías presentan en la actualidad condiciones económicas competitivas (costos de instalación, operación y mantenimiento) para su ingreso en nuestra matriz por mecanismos competitivos de mercado.

-En otros casos la viabilidad puede ser impulsada mediante incentivos fiscales y mecanismos financieros apropiados para compensar los mayores costos de las tecnologías, frente al costo de las energías productoras de CO2 que deben ser desplazadas de nuestra matriz energética.

-Los precios de la energía deben reflejar los costos totales de su producción; los subsidios energéticos que no tienen justificación social atentan contra la eficiencia energética.

Nuestro país presentó su documento de metas ante la Cumbre de París sobre la fecha límite, con compromisos de reducción muy modestos –de sólo el 15%-, mientras la mayoría de los países comprometió con metas que empiezan a partir de un 25%

Si bien la heterogeneidad en las formas utilizadas por los países para expresar sus contribuciones dificulta la comparación, cabe destacar los casos de Brasil, Chile y México.
La contribución brasileña apunta a una reducción del 37% de las emisiones de GEI  (Gases de Efecto Invernadero) de toda su economía al año 2025 respecto a las emisiones del año base 2005 en todas las áreas de su economía, con una meta indicativa del 43% al año 2030.
Dos cuestiones pueden destacarse de la propuesta brasileña al compararla con la de nuestro país. En primer lugar, el texto de su documento de metas no impone condicionalidad para las mismas, sino que presenta a aquellas metas como incondicionales. Asimismo, dicha reducción de emisiones se corresponde con una estimación de reducciones del 66% en términos de intensidad de carbono de la economía (tCO2e/ USD) al año 2025 en comparación con el año base 2005.

En segundo lugar, en el caso particular del sector energético, Brasil propone incrementar hacia 2030 el uso de biocombustibles hasta alcanzar el 18% de su matriz de energía primaria, incluyendo biocombustibles de segunda generación, y alcanzar una participación global de las energías renovables del 45%, muy superior a la de nuestro país.

Se destaca, a los fines de la comparación de Argentina con Brasil, que si bien las emisiones de Brasil se encuentran por encima de las de Argentina, en términos de emisiones per cápita, Argentina supera en un 7% a las emisiones del país vecino.
Chile, por su parte, presenta como meta una reducción incondicional al año 2030 del 30% en su intensidad de emisiones por punto del PBI respecto de los niveles del año 2007, expresando asimismo una reducción condicional, del 5% al 15% en la intensidad de emisiones en relación al PBI, por lo que podría alcanzar una meta del 35% al 45% por debajo del nivel de intensidad de emisiones de 2007 a 2030. Cabe destacar que estas metas excluyen las emisiones provenientes del cambio de uso del suelo y la silvicultura (CUSS), que Chile presenta por separado.

En el caso de México, el país presenta una contribución incondicional del 22% en sus emisiones de GEI y del 51% de negro de carbón hacia 2030 en comparación con su escenario de línea de base, que se suman a una contribución condicional adicional del 15% de las emisiones de GEI, totalizando una reducción del 40%.

Reducir la presencia de derivados del petróleo

Es fundamental que Argentina revierta el proceso de “fosilización” de la energía que se impulsó durante la última década. Debe cambiar el modo de selección de las inversiones energéticas: los combustibles fósiles han cubierto casi totalmente el incremento en la generación eléctrica entre el 2003 y el 2014, ya que la energía hidroeléctrica, nuclear, solar y eólica apenas aportaron un 4 por ciento del incremento de  generación eléctrica. Por esta razón las emisiones de CO2 en el sistema eléctrico se incrementaron un 80 por ciento desde el año 2004.

Nuestra propuesta INDC además debería incluir un programa concreto y financiable de iniciativas de eficiencia energética; las propuestas de este programa deberían, por lo menos, ser las siguientes: (i) Modernización y expansión del transporte público urbano, extendiendo iniciativas como el Metrobus al Conurbano y ciudades del interior. (ii) Rehabilitación y modernización del ferrocarril de cargas y de pasajeros. (iii) Nuevas normas técnicas para mejorar la eficiencia en la utilización de combustibles por parte de los camiones, autos y otros rodados. (iv) Normas técnicas que apunten a una mayor eficiencia en la utilización de la energía en la industria

manufacturera. (v) Propiciar artefactos eléctricos y de gas natural que ahorren energía. (vi) Nuevos códigos de edificación urbana, que alienten la construcción de edificios e instalaciones que ahorren energía. (vii) Normas tributarias y crediticias que estimulen el ahorro de energía.

(*) Firmado por: Emilio Apud — Julio César Araoz — Alberto Enrique Devoto — Alieto A. Guadagni Jorge E. Lapeña — Daniel G. Montamat — Raúl Olocco

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