Proyección de la energía en la Argentina

 

Por Ernesto A.López Anadón, presidente del Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (*). Quiero comenzar estas palabras dando un panorama de la situación actual de la producción de petróleo y de gas en el país, y recorrer su historia. Como se puede ver en el gráfico, tanto la producción de petróleo como la de gas han ido en constante aumento hasta estos últimos años en donde comenzaron a declinar. Este año se espera producir 33 millones de m3 de petróleo y 44.500 millones de m3 de gas.

Este comportamiento de la producción es normal en todas las cuencas del mundo. Cuando se llega a un grado de madurez determinado, la producción declina.
Lo primero que salta a la vista es que los niveles de producción actuales son sumamente elevados comparados con los niveles de producción de otras décadas, lo que hace que la cantidad de reservas a reponer sea cada año mayor y por ende, más dificultosa.
Esto es un enorme esfuerzo para la industria, comparado con el esfuerzo de reposición de reservas que se requería en el pasado, máxime si se tiene en cuenta la madurez de nuestros yacimientos y cuencas, la baja productividad por pozo o el aumento de la cantidad de agua inyectada o de la compresión empleada.
La industria ininterrumpidamente realiza inversiones en exploración y en mantenimiento de la producción, incorporando reservas y evitando de esa manera declinaciones mayores que las que hoy estamos experimentando.
Los yacimientos, como dijimos, declinan porque esa es una ley física. Las inversiones ayudan a que dicha declinación no sea tan pronunciada.
Por ejemplo, en el año 2011 se produjeron 33 millones de m3 de petróleo, pero las reservas solo cayeron siete millones de m3. Es decir que la industria fue capaz de incorporar 26 millones de m3. Algo similar ocurrió con el gas natural. Se produjeron 45.500 millones de m3 y se incorporaron reservas por 19.300 millones de m3. Y este año se espera terminar con 33 millones de m3 de petróleo y 44.500 millones de m3.
A pesar de haber alcanzado cifras importantes de producción, el fuerte incremento del consumo y la declinación de la producción actual han hecho que el país se convierta en importador neto de gas, y ocasionalmente de productos refinados derivados del petróleo.
Cuál es entonces el panorama que enfrentamos a futuro?
Se está hablando de los recursos en formaciones no convencionales, pero antes de referirme a ellos, creo que es necesario ver qué más se puede hacer con la explotación de los reservorios convencionales.
En primer lugar, aumentar el ritmo de inversiones en estas cuencas. Hoy se están perforando 1000 pozos de desarrollo y entre 80 y 100 pozos de exploración por año. Si bien es una intensa actividad que se está llevando a cabo en estos yacimientos, es aún posible incrementarla para disminuir la declinación de la producción o para explorar lo que queda de las cuencas productivas. En segundo lugar, la aplicación de nuevas tecnologías que permitan aumentar la recuperación final de petróleo, que hoy se encuentra entre un 30 y un 35 % del petróleo original in situ. Ya se está investigando como mejorar el barrido por inyección de agua, pero estoy convencido que redoblando el esfuerzo en este tipo de proyectos, o sea desarrollando nuevas tecnologías, se podrían obtener resultados sorprendentes.
En tercer lugar la eficiencia. En los últimos años la industria estuvo expuesta a continuos conflictos laborales que ocasionaron cortes de producción irrecuperables. Estos cortes no solo producen mermas en la producción durante el corte mismo, sino también durante la secuencia posterior de puesta en producción de esos pozos, que en muchos casos no se puede hacer en forma inmediata.
Y por último, el desarrollo de estos cuantiosos recursos de gas y petróleo no es incompatible con propender al uso racional y eficiente de la energía para evitar que se la utilice sin retorno alguno para el país. Eficiencia y conservación es la forma más barata de nueva energía y esto permitirá bajar las importaciones en el corto plazo y aumentar las exportaciones en el largo.
Para llevar a cabo este aumento de producción vía mayores inversiones o aplicación de nuevas tecnologías se debe tener en cuenta la rentabilidad de la inversión de estos costosos proyectos y el tiempo de repago de éstas, que en muchos casos exceden los plazos de las concesiones.
Es un tema complejo, pero debe ser considerado seriamente, dado que son oportunidades ciertas de obtener resultados que seguramente le agregarán valor al país. Como beneficio adicional menciono que de establecerse dicha condiciones, seguramente se incremente la actividad exploratoria en áreas de frontera, olvidada durante los últimos años.

Extorsión ambiental

Hoy nuestra sociedad muestra válidamente una preocupación creciente por los impactos de las actividades humanas sobre el medio ambiente. Nuestra industria desarrolla recursos naturales para obtener hidrocarburos, indispensables para el desarrollo económico y la calidad de vida, lo cual puede y debe hacerse en forma sustentable.
Nuestras prácticas operativas han venido elevando sus estándares para cumplir o exceder las crecientes exigencias ambientales mencionadas.
Pero a veces, detrás de estas legítimas preocupaciones, se esconden maniobras especulativas, apuntadas a obtener grandes sumas de dinero de las compañías, mediante la extorsión, a partir de la creación artificial de demandas multimillonarias por grupos inescrupulosos.
Es importante que los poderes públicos estén preparados para desalentar e impedir estas maniobras que, escudadas en la legítima causa ambiental pueden afectar el interés social. En paralelo con lo anterior, se nos presenta la oportunidad de la explotación de los reservorios no convencionales.

 No convencionales

En abril de 2011, la Agencia de Información de Energía de Estados Unidos dio a conocer su informe internacional donde asignaba a Argentina cerca de 22 trillones de metros cúbicos de recursos de gas y hoy sabemos que también hay importantes recursos de petróleo, colocándonos en el tercer lugar en el mundo en estos recursos llamados ‘no convencionales’.
Debemos poner esto en el contexto internacional.
La producción anual de gas en el mundo es de 3.2 trillones de metros cúbicos, mientras que las reservas convencionales ascienden a 208 trillones de metros cúbicos, es decir, 65 años de consumo actual.
Según las proyecciones dadas por la International Gas Union, el consumo en el 2030 será de 4.7 trillones de metros cúbicos, lo que muestra que aún con ese aumento del consumo las reservas de gas alcanzarán por muchos años.
A esto se suman los recursos no convencionales, hasta ahora de 187 trillones de metros cúbicos, lo que agrega 59 años más de consumo.
Con el petróleo ocurre algo similar. Las reservas convencionales actuales ascienden a 263 billones de metros cúbicos, contra un consumo de 5 billones de metros cúbicos, es decir 52 años de consumo y a esto también hay que agregarle otro tanto de reservas no convencionales.
Además hay que tomar en cuenta otras fuentes de energía, como el abundante carbón, el gas de lechos de carbón, altamente explotado en Canadá y Australia o las energías renovables, que ayer eran una utopía y hoy se tornan cada vez más competitivas, o el desarrollo futuro de los abundantes hidratos de metano.
Esto quiere decir que el desarrollo de los recursos no convencionales compite con el desarrollo de otras reservas en el resto del mundo.
Por ejemplo, cuando se realizó en 2009 en Buenos Aires el Congreso Mundial de Gas, las reservas convencionales mundiales de gas eran de 187 trillones de metros cúbicos; el Congreso Mundial de Gas desarrollado este año en Kuala Lumpur arrojó unas reservas 11% superiores, los mencionados 208 trillones de metros cúbicos.
Por ello hay que comenzar lo antes posible, antes que otros países lo hagan, para poder ganar los mercados de gas o mejorar el valor de nuestro petróleo.
Es también importante recalcar que estos recursos por si solos no son riqueza, son solo una oportunidad para generarla.
Dentro de estas premisas se encuentra nuestro posible desarrollo de los no convencionales. La pregunta que nos debemos hacer es si estos recursos tanto de petróleo como de gas pueden ser desarrollados en forma económica y sustentable.
El proyecto Vaca Muerta específicamente presenta una oportunidad muy importante para la Argentina dada la escala relevante que tiene, aún a nivel internacional.
Se encuentra en la cuenca Neuquina, un lugar muy favorable para su desarrollo, con historia y tradición petrolera, recursos humanos capacitados, infraestructura disponible y un mercado nacional que tiene el potencial de llegar al autoabastecimiento, y, eventualmente, convertir a la Argentina en un exportador relevante. Y esto último es importante, dado que los no convencionales requieren, para su explotación exitosa, de extensas curvas de aprendizaje que ayuden a bajar los costos y aumentar la producción acumulada por pozo. Como referencia de esto menciono que desde que se perforó el primer pozo en la formación de Barnett en Estados Unidos en 1981, pasaron 22 años hasta que en 2003 se consiguió perforar el primer pozo comercial.
En Argentina ya se llevan perforados más de 100 pozos en este tipo de formaciones no convencionales, lo que ha contribuido a un mejor conocimiento geológico, como asimismo ha servido para mejorar las técnicas de perforación y estimulación, con lo que se ha avanzado mucho dentro de la curva de aprendizaje, lo que sin duda contribuirá a acortar sustancialmente estos plazos.
Es importante en la explotación de estos recursos mantener una actividad continua y a gran escala y esto se logrará si somos capaces, no solo de abastecer el mercado interno, sino también de exportar lo producido a otros países.
Para ello contamos con trabajadores experimentados capaces de entrenar a futuros colegas y de absorber las nuevas tecnologías; contamos con pluralidad de operadoras que favorecerá el acceso a la tecnología y el intercambio de experiencias; también con multiplicidad de empresas de servicios, que han desarrollado tecnología que hoy puede ser utilizada en el país y proveedores capacitados y con la calidad necesaria para suministrar el equipamiento para estas operaciones. Debido a la fuerte declinación inicial de estos pozos se requiere de una intensa actividad de perforación para poder mantener una producción estable.
Habrá entonces que generar una estructura de servicios, suministros y recursos humanos adecuada que permita mantener este nuevo ritmo de perforación en el tiempo y eficientemente. Equipos de perforación, de estimulación, de perfilaje, laboratorios, equipamiento de pozos, agua, arena, etc. necesarios para la continuidad de la operación y la reducción continua de los costos.
Acá sin duda competiremos, en la obtención de estos servicios, con otros países como Canadá, USA, México o Rusia, entre otros, donde también se está en plena actividad o elaborando planes para el desarrollo de este tipo de recursos.
Las grandes inversiones a realizar y los menores volúmenes de producción acumulada extraída de estas operaciones requerirá de un amplio acuerdo de todos los sectores, sobre los términos y condiciones que deben regir la actividad, para asegurar la competitividad que ofrece el país comparado con otros países que también están ofreciendo oportunidades similares.
Tomo el caso de Colombia, que cuando la actividad en su país comenzaba a declinar, decidió cambiar su política y salir agresivamente a vender sus oportunidades a potenciales inversores.
Colombia ha estado presente a través de la ANH en los principales encuentros de la industria a nivel internacional, promocionando y ofreciendo sus áreas, en el entendimiento que, si así no lo hacía, muchas de esas posibles inversiones irían a otros países.
Al mismo tiempo que aumenten los equipos en el país, hay que desarrollar los recursos humanos necesarios para llevar a cabo los trabajos. Este es un desafío para las escuelas técnicas, universidades y el mundo de la ciencia, ya que se necesitará formar mucha gente en poco tiempo. Debemos comenzar por fomentar vocaciones en las materias relacionadas a la industria y desarrollar nuevas curriculas y herramientas de aprendizaje.
Simultáneamente, el sector de transporte y distribución de gas, que ha acompañado el crecimiento de la demanda año tras año y seguramente continuará ampliando sus sistemas y generando nueva infraestructura, para lo cual estará abierto el diálogo entre el sector y las áreas gubernamentales correspondientes.
También habrá que atender la continua y creciente demanda de combustibles para el mercado interno.
Ya se han anunciado recientemente fuertes inversiones en este sector que en el corto y mediano plazo redundarán en un incremento significativo de la producción de naftas y gas oil, y que permitirán reducir la necesidad de importaciones, en línea con el interés general del país, a las que se les suman las que ya se vienen realizando para reducir los niveles de azufre y benceno para obtener combustibles más amigables con el medio ambiente.
Como lo mencionamos anteriormente, debemos evitar la conflictividad sindical que conlleva pérdidas de producción, problemas de seguridad y pérdida de eficiencia y continuidad de las operaciones. Para ello es necesario aumentar el grado de capacitación y los incentivos por seguridad y eficiencia colectivos.

Inversiones por 70 mil millones de dólares

Como contrapartida, los sindicatos deberán comprometerse con la continuidad en las operaciones y fomentar la productividad y movilidad laboral que serán necesarias para generar los nuevos empleos. Cualquier paro en la actividad producirá caídas bruscas de la producción y retrocesos en la batalla por costos decrecientes que hagan posible este proyecto.
Pero, para que una actividad industrial se sustente en el tiempo tiene que ser rentable.
Nuestra industria, como cualquier otra industria, automotriz, alimenticia, química, etc., requiere de inversiones, mucho mayores que otros sectores de la economía y por lo tanto, de una renta genuina que pague el riesgo de dichas inversiones.
Estamos convencidos que, así como nuestra industria lleva más de 100 años exitosos de actividad en la Argentina, los no convencionales nos abren la oportunidad de otros 100 años de actividad creciente.
Según nuestras primeras estimaciones, en los próximos diez años se requerirán inversiones por alrededor de 70 mil millones de dólares si queremos contar con un desarrollo significativo de los recursos no convencionales.
Esto no solo se traducirá en el valor de lo que se producirá, sino también en la generación multiplicadora de empleo, de nuevas industrias manufactureras, de servicios, en incremento del comercio y de la educación en las regiones donde la actividad se desarrolle.
Estamos ante un nuevo contexto para el desarrollo de la actividad de la industria. Enfrentamos un mundo distinto al del pasado, más globalizado, lleno de oportunidades que compiten con las nuestras.
El éxito dependerá de la velocidad con que adaptemos las reglas para fomentar este desafiante proyecto, del monto de las inversiones que destinemos y de los procesos e innovación tecnológica que incorporemos a nuestras operaciones.
Son muchos esfuerzos a realizar en variados frentes y se requerirá del concurso de todos para obtener resultados positivos y sustentables.
Por eso, entre todos, debemos buscar la fórmula que equilibre esta ecuación, articulándonos entre sindicatos, empresas y gobiernos.
Debemos pensar a lo grande. Nuestra consigna como industria debería ser ‘convertirnos en líderes de la integración energética regional.

(*) Discurso pronunciado en el almuerzo del Día del Petróleo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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