Por Raúl Figueroa) La posibilidad del desarrollo de energías alternativas siempre ha estado latente en la región. De hecho hoy los parques eólicos de Puerto Madryn y Trelew participan activamente en la producción de energía incorporada al sistema interconectado nacional. Esa red sobrevoló (la pasó por arriba, sin el nodo de interconexión) a Comodoro Rivadavia cuando se construyó, en 2006, pero hoy se intenta subsanar aquel error a través de una obra que permita vincular a la zona y su potencial producción de energía, que actualmente está aislada del mercado nacional. Se trata de decisiones estratégicas sobre las que es necesario insistir para que el tren no vuelva a pasar de largo. Igualmente, hay señales que no se perciben con claridad. El parque eólico que pondrá en marcha YPF será con equipos importados, pero el ciclo no está completo. En algún momento será necesario empezar a incorporar –parcialmente- la participación de equipos o componentes de molinos de producción nacional y regional, porque ese es el impacto real en mano de obra. Por otro lado, la ley 26.190, de promoción de la energía eólica (que fuera impulsada durante años por el ex senador Marcelo Guinle, justo es reconocerlo) es un instrumento valioso para que el país se vuelque hacia las energías renovables, en todas sus formas. Esa ley prevé que este año, el 8% de la matriz energética debería provenir de fuentes limpias; y en 2025, llegar al 20%. Es necesario que los líderes políticos de la región proyecten este salto para diversificar la economía y la producción, más allá de las urgencias y complicaciones del día a día.
