Gadano: “Los precios de incentivo están bien para una transición, pero no se pueden perpetuar”

Por Raúl Figueroa) El economista e investigador especializado en hidrocarburos Nicolás Gadano opina en esta entrevista que los precios de incentivo para el mercado interno del petróleo podrán sostenerse por un tiempo, pero no indefinidamente. “Si los precios siguen bajando, la industria tendrá que acomodarse”, evalúa. Y plantea la necesidad de un acuerdo entre todos los actores para priorizar el sostenimiento de la actividad y los niveles de empleo, aun cuando implique para cada sector resignar una parte de sus prioridades, a fin de sostener la producción. 

Master en Economía por la Universidad Torcuato Di Tella, Gadano se ha desempeñado en distintos ámbitos privados y públicos, a partir de su especialización en materia de hidrocarburos. En ese marco, su rol de investigador lo llevó a publicar “Historia del petróleo en la Argentina” (1907-1955: Desde los inicios hasta la caída de Perón), mientras trabaja actualmente en la segunda parte de esa profunda investigación. Aquí el diálogo mantenido con el programa Actualidad 2.0.

-¿Hay otros momentos de la historia del mercado petrolero, comparables a la magnitud de la crisis actual? -La verdad es que el mercado petrolero casi desde sus orígenes, pero fundamentalmente desde la creación de la OPEP en la década del 60 -y sus primeras decisiones determinantes, durante la crisis petrolera de inicios años 70- es un mercado muy particular, por su volatilidad; todas las commodities tienen ciclos de precios, pero muy pocas registran que en un período de tiempo tan corto puedan caer de 120 a 35 dólares por barril, como pasa con el petróleo; pocos productos muestran semejante volatilidad. No es la primera vez que pasa eso, pero sí es importante ver por qué pasó esta vez y estimar qué puede pasar hacia futuro. Porque la gran volatilidad y lo que está pasando tiene mucho que ver con los rasgos de la oferta, no tanto con la demanda, si bien ha habido una baja de ésta por el menor crecimiento de China.

-¿Por qué la oferta? -En principio hay que aclarar que éste no es un mercado competitivo, porque la OPEP con mayor o menor éxito, siempre ha logrado controlar los precios, al manejar los pozos de mayor productividad del mundo, que de ese modo resultan los más baratos. Durante años, cuando había una sobre abundancia de petróleo, la OPEP restringía la oferta y lograba mantener los precios altos. En los últimos años, esos precios generaron un enorme desarrollo tecnológico, que permitió aprovechar recursos que antes no se explotaban comercialmente, como el shale oil y gas, entonces esta nueva oferta se sumó a la habitual. Al principio, la OPEP mantenía su conducta habitual y reducía la producción, manteniendo los precios. Pero la misma organización observó que esto le provocaba pérdida de participación en el mercado, ya que razonaron: “¿entra petróleo más caro que el nuestro y además nosotros, que somos los más competitivos, tenemos que restringir el nuestro?”. Desde hace un año, dijo: “Nosotros no recortamos más”. Entonces, en un mercado con mucha oferta, bajaron los precios. Días atrás hubo expectativas de que reaccionaría como antes, con un recorte, pero pasó todo lo contrario, sumándose incluso Irán que antes, por sanciones, no podía vender petróleo y ahora (tras el acuerdo con Estados Unidos) ha incorporado una gran oferta adicional.  En consecuencia, el mercado se sigue deprimiendo.

-¿Hay un intento de Arabia Saudita para terminar de sacar el shale que produce Estados Unidos y obligarlo así a incrementar sus importaciones de petróleo y gas? -Probablemente hay algo geopolítico, en el sentido de que al ritmo que venían las cosas, si Arabia seguía aceptando que el mercado vaya absorbiendo más crudo fuera de la OPEP y Arabia bajando su market share (participación en el mercado) su importancia estratégica en el mundo era cada vez menor, entonces me parece que reaccionaron defensivamente. La consecuencia inmediata es que todas las explotaciones del mundo, sobre todo las más caras o menos competitivas, tienen que ajustarse (incluyendo las de áreas no convencionales), aflojando el ritmo de perforación, bajando equipos, ajustándose a la demanda. No sabemos cómo va a terminar esa jugada, pero es cierto que en la medida que los países árabes sostengan su producción en un mercado sobre ofertado, los precios no sólo no suben, sino que bajan un poco más.

-Incluso hay analistas que plantean que un barril a 20 dólares no resulta descabellado en el contexto actual… -No; lo que acá ustedes conocen, como integrantes de una comunidad petrolera en Comodoro Rivadavia, es que el petróleo tiene un rasgo que lo diferencia y es la productividad: la un pozo muy bueno de Arabia o Estados Unidos, puede ser hasta dos mil veces más alta que en los (pozos) nuestros. No se trata de una diferencia entre empresas, o de una cuestión de eficiencia: estamos diciendo que con la misma plata, un pozo en Arabia puede rendir mil veces más que uno en Argentina. Es una diferencia abismal. Entonces, si los países con yacimientos espectaculares los ponen a producir a su costo marginal, en términos económicos no hay manera de que produzcan los más caros (en términos de su menor productividad), como nosotros. Las diferencias son muy grandes. Es una amenaza permanente sobre la oferta, de que “si abren el chorro” en Medio Oriente y Venezuela, con las reservas más productivas del mundo, el resto queda fuera.

-Y en ese contexto, ¿resulta viable el esquema de precios de incentivo en Argentina? ¿Se va a poder sostener? -Es razonable todo esquema que tienda a amortiguar los efectos de las grandes oscilaciones. Pensemos que los precios del petróleo son los que impulsaron decisiones de inversión de muchas compañías impulsando yacimientos en muchos puntos del país, ya sea por el shale en Neuquén, o las áreas muy maduras de Chubut; no es lo mismo un yacimiento que lleva 50 años de explotación que uno que recién empieza…. Está bien tomar medidas que tiendan a amortiguar esto, pero suponer que Argentina va a sostener precios del petróleo por encima de los internacionales, de manera sistemática, es muy difícil, porque es imponer a toda la economía un sobre costo de la energía muy importante. Si pagamos un gasoil muy caro, esto se traslada a la economía vía transporte. Es un esquema de transición (el de los precios de incentivo), pero hay que pensar soluciones de fondo, porque la transición no se puede perpetuar. Si los precios internacionales siguen bajando, vamos a tener que reconocer que la industria se tendrá que reacomodar.

-¿La conclusión es que el esquema de precios de incentivo va a ser de corta duración? -Probablemente… se puede hacer un cronograma, se puede discutir. Acá el tema es que todos los actores de la industria (sindicatos, empresas, gobiernos) acuerden sobre la base de que hay una realidad complicada, el punto de partida es reconocer la situación. Complicada para la industria, no para todo el país, porque al ser importador hay un aspecto que es positivo, porque nosotros importamos mucho gas y algunos derivados que ahora compramos más barato. Para la industria y provincias petroleras como Chubut sí es un problema. Hay una ley inexorable: si tenés que hacer un ajuste de este tipo, cuanto menos flexible seas por el lado de los precios (me refiero a costos salarios, regalías, etc) más impacto vas a tener en este ajuste sobre las cantidades (empleo, nivel de actividad, cantidad de equipos). Si empezamos a decir que ‘el ajuste lo paguen las compañías que ganan mucho’, o que las compañías pidan una baja de salarios, o a ver qué resignan las provincias, si empezamos con esas discusiones (tratando de que al ajuste ‘lo pague otro’), el resultado se va a dar sobre las cantidades: es decir, con una baja de inversión, de equipos, de actividad y de empleo. En lugar de eso se necesita un gran acuerdo,  para tratar de amortiguar el efecto entre todos, cada uno poniendo algo de su parte, con el objetivo de mantener el nivel de actividad o de impactarlo lo menos posible.

-Macri quiere impulsar una política petrolera “similar a la de Frondizi en 1958”, provocando un “boom” de inversiones externas para incrementar la producción… ¿es posible? ¿cuáles son las diferencias con el contexto actual? – Es positiva esa visión en términos de entender que hay que completar al esfuerzo del capital público con el privado, en especial en la industria petrolera, donde hay muchas empresas con capacidad para invertir en exploración y desarrollo de petróleo y gas; hoy tenemos una YPF con un esquema adecuado de asociación pública y privada, como en la época de Frondizi. La diferencia es que en aquel momento, Argentina tenía reservas convencionales probadas muy grandes, pero la Y.P.F. de entonces no tenía recursos financieros para poner en producción esas reservas. Hoy el paralelo tendría que ser con los recursos no convencionales de Vaca Muerta, pero el problema actual es que no está claro con qué nivel de precios y costos de la tecnología de extracción, esos proyectos de Vaca Muerta serían rentables. El objetivo no es sólo político, como se pudo plantear en 1958, sino lograr que los números (es decir, costos y rentabilidad) de esas inversiones sean atractivas. Porque hoy no hay reservas convencionales en ningún lugar del país listas para ser aprovechadas. Es cierto, hoy tenemos la ventaja de los recursos no convencionales. Pero justo se dio en un año en que el barril pasó de 100 dólares a 37. En la situación actual de la Argentina, es my difícil: se pueden traer inversiones, pero van a decir que no empiezan hasta que no les cierren los números.

 

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