Escenario del petróleo: entre la crisis y los desafíos para atenuarla

La crisis provocada por la caída del precio del petróleo implica desafíos que apuntan no sólo al objetivo fundamental de sostener la actividad y los niveles de empleo, sino que pueden significar la oportunidad para mejorar aspectos ligados a la producción y disminuir lo que actores de la industria denominan como “ineficiencias” que, puesto en términos concretos, puede significar la diferencia entre sostener o reducir el número de equipos en el campo. Como suele atribuirse a los chinos, toda crisis implica también una oportunidad para mejorar.

Las reuniones que mantuvo el secretario general de Petroleros Chubut, Jorge Ávila, la semana pasada junto a cámaras empresarias y otros ámbitos nacionales tuvieron como eje el objetivo de lograr mayor productividad, para evitar la tendencia que hoy muestra el mundo ante la baja del precio del barril de petróleo.

En Estados Unidos, por ejemplo, hubo una paralización de 555 equipos de perforación durante el último año, agudizándose esa tendencia en lo que va de este año, en tanto el desarrollo de proyectos shale que tuvo auge en ese país en el último trienio, requiere de precios mínimos de 75 dólares por barril para poder ser viables. Paralelamente, las principales operadoras del mundo anunciaron recortes de inversión que van desde un 10% (Total, BP y ENI) hasta un 30% (Petronas). Compañías como Schlumberger anunciaron la reducción de 9.000 puestos laborales en todo el mundo, a finales de 2014, mientras que Baker Hughes anunció la reducción de 7.000 empleos para el primer trimestre de este año.

En Argentina, hasta el momento, no se dio una situación tan drástica, en función de los acuerdos firmados entre el gobierno nacional, operadoras y gobiernos de provincias productoras, pero ese andamiaje es sostenido por el precio de los combustibles y la incógnita es por cuánto tiempo podrá sostenerse, por ejemplo, para aquellas operadoras que no tienen elaboración propia de combustibles y exportan el total de su producción. Parte de la respuesta empieza a inferirse en casos como Sinopec, que anunció la baja de dos equipos perforadores en la cuenca Neuquina, donde se buscan paliativos para evitar el consecuente impacto laboral negativo de esa decisión.

De este modo, el escenario de alta complejidad.  Hasta ahora, el nivel de empleo no sólo se mantuvo, sino que incluso se incrementó a partir del incremento que YPF mostró en su actividad hasta finales de 2014, cuando llegó a 129 equipos de perforación en todo el país y mostró indicadores en alza tanto en producción como en nivel de empleo (56% de aumento entre diciembre de 2011 y octubre de 2014).
Esos números, sin embargo, no alcanzan a despejar todas las incógnitas que se plantean para el año 2015. En ese contexto, uno de los objetivos en el que trabajan las cámaras empresarias y sindicatos del sector es en lograr mejoras en la eficiencia, debido a que hay indicadores preocupantes y que, de no revertirse, llevarían al desenlace que hoy busca evitarse por todos los medios posibles.

El objetivo es reducir las horas no productivas
En efecto, entre los indicadores negativos que se plantearon en los encuentros y discusiones de la semana pasada se cuentan, por ejemplo, las horas perdidas de trabajo o el tiempo no productivo. Mientras el objetivo de la industria es llegar a una meta del orden de los 43 días para realizar un pozo convencional, hoy el promedio general en el país es de más de 54 días. Para un pozo no convencional, el  ideal se ha planteado en 88 días, pero la realidad muestra un promedio superior a los 94 días. El tiempo no productivo medido entre el inicio de la perforación y la terminación de un pozo ha crecido considerablemente en los últimos años, ya que 5,7 en 2012, pasó a 8,1 días en 2014.
“En la medida que no tomemos el compromiso de todas las partes para revertir estas ineficiencias, la realidad que se ve en algunos países nos va a terminar alcanzando –dijeron actores de la industria con acceso a las decisiones que se toman en la cuenca del golfo San Jorge-. Durante 2014, esas ineficiencias se tradujeron en un 15% menos de pozos perforados, es decir que pudimos hacer 160 pozos menos que los planeados, por parte de todas las operadoras. Debemos revertir esto, con la comprensión de todos los sectores, para poder mejorar la producción y sostener el nivel de actividad”.
De todos modos, en el ámbito gremial hay aceptación y compromiso para avanzar en estos desafíos, según se admite desde ambas partes. Las palabras de Jorge Ávila así parecieron reflejarlo en su último posicionamiento público, al afirmar: “El trabajador no tiene que tener miedo porque cumple, trabaja y hace lo mejor que puede todos los días. El que tiene que estar preocupado y tener miedo es aquel que quiere vivir de los demás, que no quiere subir a cumplir sus horarios laborales y que siempre tiene una excusa a la hora de trabajar. Se va a tener que preocupar porque hoy en día todos tenemos que poner el hombro para mantener los puestos laborales”.

(Autorizada la reproducción citando la fuente).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *